sábado, 10 de marzo de 2007

Transantiago

Tratar de ver más allá de lo evidente mientras esperas la locomoción por sobre el tiempo razonable, es difícil. La gente que no puede optar a otra forma de transporte se siente agredida con el sistema, los menos optimistas lanzan sus críticas contra el gobierno quemando neumáticos y apareciendo en el matinal de Mega, mientras, de paso, ciertas figuras políticas buscan fama criticando al gobierno.
Sin embargo, lo que se comenta en los paraderos no es tan así.

Transantiago busca resolver los problemas de seguridad, congestión vehicular, contaminación ambiental y acústica. El sistema anterior de micros amarillas era sumamente ineficiente, distintas empresas haciendo recorridos similares congestionaban las arterias capitalinas, conductores que remunerados por boleto cortado corrían peligrosas carreras en busca de más pasajeros, micros humeantes y ruidosas con más de ocho años de antigüedad, etc.


El problema y panorama actual surge ante la ausencia de buses en sectores periféricos, viendo lo que sucede desde el bolsillo de las empresas que no están cumpliendo con los compromisos acordados, el nuevo sistema de tarifa integrada impulsa a algunas de las empresas licitadas a reducir la frecuencia de los buses, de esta forma sus ganancias son mayores en comparación a las que obtienen cumpliendo la licitación por una cuestión de costos. Siguiendo esta lógica, queda claro que la falla fundamental de Transantiago no es responsabilidad del gobierno ni de Sergio Espejo, quien ha dado la cara en todo momento y se las ha jugado por el proyecto sin dejarse abatir por la crítica.

¿Que puede hacer el gobierno para remediar esta situación?
¿es suficiente con vigilar a estas empresas?, ¿sacrificamos seguridad por eficiencia?.
¿Que pasaría si mañana Bachelet golpea la mesa en un comunicado oficial, anunciando un decreto con fuerza de ley para crear la empresa microbusera del estado, junto con confiscar las máquinas?... eso seria muy loco...

Personalmente y en términos comparativos, prefiero el nuevo sistema. Siento que, como todo cambio de gran complejidad, tomará tiempo para que trabaje al cien por ciento y que es nuestro deber como ciudadanos tener la disposición suficiente ante la situación actual y denunciar las fallas y abusos de las empresas licitadas. Seria bueno que comprendieramos que cambios como estos no funcionan de buenas a primeras y que cualquier crítica constructiva (como sugerir cambios de recorrido) ayuda a hacer de este un mejor sistema de transporte.

Un saludo cordial a los optimistas.